Tipos de "Películas" Basadas en Nuestras Heridas Emocionales
- patricia ciriaco hernandez
- 4 nov 2024
- 5 Min. de lectura
Herida de rechazo: "Algo está mal en mí"
En esta historia, el personaje central vive una herida de rechazo que se manifiesta en su aislamiento, soledad y un profundo sentimiento de no pertenencia. Creció con un padre de su mismo sexo, también distante y desconectado, lo que reforzó su inseguridad y la idea de que algo en él está "mal" y por eso es rechazado. Esta autoimagen negativa lo lleva a dudar de sus capacidades y a ocultarse emocionalmente, especialmente cuando su dolor es mayor, alejándose de quienes intentan acercarse.
En sus relaciones de pareja, teme intensamente el rechazo y la sensación de no ser suficiente. Evita expresar sus emociones, le cuesta mostrarse afectuoso y suele parecer distante e indiferente, con dificultades para el contacto físico.
A lo largo del tiempo, estos comportamientos se vuelven parte de su personalidad como una defensa frente al rechazo, intensificándose cuando su herida es tocada.
Para sobrellevar el dolor, el personaje se refugia en distracciones como el trabajo, la música, el alcohol, o el internet, evitando enfrentar la realidad y aislándose aún más. Esto puede llevar a que su pareja se sienta permanentemente rechazada y sola, especialmente cuando su herida está activa.
Al final, la "película del rechazo" solo refuerza su creencia de que no es suficiente, que no pertenece y que siempre será rechazado.

Herida de humillación: "La vergüenza"
La persona con esta herida vive marcada por una culpa y vergüenza profundas, ya sea por su apariencia, su entorno social o algún otro aspecto que le hace sentir que debe ocultarse y que no es digno. En un intento de compensar, desarrolla relaciones donde asume el rol de cuidador y protector, siendo incondicional con su pareja y quienes le rodean.
Tiende a elegir parejas controladoras, influenciado por un padre o madre que no le permitió expresarse libremente y le inculcó la complacencia como una necesidad para ser aceptado.
Cuando esta "película de vergüenza" se activa, surge en la persona una sensación de responsabilidad exagerada hacia su familia, pareja o amigos, sintiéndose obligado a resolver sus problemas y actuar desde una culpa que lo consume. La codependencia se convierte en su refugio, enfocándose en las expectativas de los demás y descuidando sus propias necesidades, de las cuales casi ni tiene conciencia.
Esta actitud incondicional puede llevar a que otros abusen de él, quedando atrapado en un ciclo donde termina sintiéndose víctima y culpable por haber permitido ese abuso en su vida.

Herida de traición: "No hay nadie en quien confiar"
La herida de traición nace en una infancia marcada por incertidumbre, conflictos y decepciones, en especial cuando se idealizó a uno de los padres y luego se descubrió que no era lo que se esperaba. Esta experiencia lleva a la persona a perder confianza en su entorno y a defenderse mediante el control. Aunque se muestra fuerte y segura, en el fondo teme profundamente ser traicionada nuevamente.
Quien sufre esta herida suele haber madurado rápidamente, desarrollando un carácter perceptivo, impaciente, desconfiado y con necesidad de tener la razón. Constantemente anticipa lo que puede suceder, es hábil y talentosa, pero con dificultad para mostrarse vulnerable.
En las relaciones de pareja, siente terror a la mentira, observando y desconfiando de cada acción de su pareja, buscando controlar para evitar sorpresas dolorosas.
Esta herida mantiene a la persona en alerta constante, atrapada en el control y la desconfianza, con la convicción de que todos eventualmente traicionan. Este estado de alerta le impide recibir y confiar, dejándola atrapada en la idea de que no hay nadie en quien confiar y que siempre debe estar preparada para protegerse.

Herida de injusticia: "No tengo derecho a equivocarme"
La herida de injusticia se origina en una infancia marcada por exigencias rígidas o la necesidad de imponer orden en un entorno caótico y poco estructurado. Crecer en un ambiente crítico y severo llevó a la persona a reprimir su espontaneidad y derecho a ser niño. Hoy, como adulto, se ha vuelto perfeccionista, organizado y obsesionado con hacer lo correcto, valorando la justicia y el orden en cada aspecto de su vida.
En sus relaciones, esta persona es estructurada y poco espontánea, viviendo con la presión de cumplir con deberes y obligaciones.
Cuando la "película" de esta herida se activa, se vuelve más duro, crítico y exigente, luchando contra toda forma de imperfección e injusticia. Esta búsqueda de perfección extrema le impide disfrutar y ser vulnerable, atrapado en un ciclo de exigencias tanto hacia sí mismo como hacia los demás.
A menudo, atrae parejas que buscan estructura o que también compiten por la perfección, reforzando su propia necesidad de control. Esta "película" de injusticia y perfeccionismo se apacigua cuando se permite sentir, disfrutar y hacer cosas desde el querer, en lugar del deber. Al mostrarse más compasivo consigo mismo, disminuye las exigencias que también proyecta en sus relaciones, permitiéndose así experimentar libertad y autenticidad.

Las heridas de la infancia, vividas en etapas tempranas, moldearon nuestra personalidad y percepción del mundo. Este dolor se convierte en una memoria inconsciente que, al activarse, intensifica defensas y nos hace reaccionar de manera rígida y automática, guiados por el "cerebro reptiliano". Todos tenemos heridas que surgen de experiencias de vulnerabilidad y miedo, y muchas de ellas provienen de los traumas heredados de nuestros padres.
Nuestro "Niño Herido" influye en decisiones y reacciones, especialmente en momentos de crisis. Conocer y reconocer estas heridas nos permite identificar cuándo se activa el dolor y pausar la "película" emocional para observar la situación con mayor objetividad.
Las heridas emocionales de la infancia influyen profundamente en cómo experimentamos la vida, moldeando nuestra personalidad y nuestras respuestas ante el mundo.
Estas heridas, como "películas" que se activan en momentos de dolor o inseguridad, reflejan nuestras luchas internas y nos llevan a patrones de conducta que pueden ser difíciles de controlar.
Sin embargo, reconocer estas "películas" y comprender el origen de nuestras heridas nos brinda la oportunidad de detenerlas, observar con claridad y tomar decisiones más conscientes. Al conectar con nuestro "Niño Herido" y aprender a sanar, encontramos la libertad de responder de manera auténtica, liberándonos de las limitaciones del pasado para construir una vida más plena y en paz.
Si sientes que estás atravesando una herida emocional, recuerda que pedir ayuda es un acto de valentía. No dudes en buscar apoyo; sanar acompañado puede hacer una gran diferencia en tu proceso de crecimiento y bienestar.
Este texto está basado en conceptos de Sana tus heridas en pareja de Anamar Orihuela y se ha adaptado para reflejar de manera clara los temas abordados en el libro.
Sanando Desde Dentro
Terapia Transformadora de Biodescodificacion Transgeneracional.
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