Roles familiares (La mujer)
- patricia ciriaco hernandez
- 6 sept 2024
- 6 Min. de lectura
Además del papel de la «buena chica» hay muchos otros que podemos desempeñar en la familia. El de la hermana mayor fuerte, la payasa de la casa, la callada, la rebelde, la cerebrito, el espíritu libre, la abeja reina, la tímida, la pequeña, el alma de la fiesta, la solitaria, el pilar de la familia, etc. Muchos de estos roles pueden actuar como capas que ocultan nuestro sufrimiento. Nos hace predecibles y estables, y nos dan una identidad en la familia, pero también pueden encasillarnos cuando somos adultas, y nuestro potencial se puede marchitar dentro de estas restricciones.
Aunque representé el papel de la «buena chica», podemos interpretar muchos otros, según la dinámica familiar que moldeó nuestra conducta de niñas. Muchas mujeres hacen lo contrario y se rebelan contra sus madres desde el principio; en lugar de aguantar o aceptar sus creencias y decisiones, algunas se distancian y rebelan contra la madre para autoprotegerse y conservar su individualidad. No obstante, tanto si desempeñamos el papel de hijas rebeldes como el de buenas chicas, o algo totalmente distinto, la cuestión es que esos papeles encierran un sufrimiento profundo y enmascaran ese dolor de distintas formas.

Cada hijo o hija de una familia tendrá experiencias muy distintas con sus padres, aunque vivan en la misma casa. Por razones varias, las madres pueden relacionarse con cada hijo e hija de un modo distinto. Los hermanos pueden sentirse emocionalmente unidos porque han vivido las mismas experiencias, pero al ejercer cada uno o una distintos roles puede haber tensión, debido a divergencias en sus percepciones.
Cualesquiera que fueran los patrones de conducta, los más compulsivos, defensivos y con carga emocional, suelen ser los que se crearon como respuesta a mitigar el sufrimiento en la infancia. Permanecen en su sitio para protegernos de otros males, incluso mucho tiempo después de que el peligro haya desaparecido.
Relatos falsos: «Todo está bien»
Además del falso yo, tal vez nos hayamos contado a nosotras mismas alguna versión del «todo está bien», cuando no era cierto. Lo hicimos para defendernos de las emociones dolorosas que nos provocaba nuestra situación. Es una manera de reducir la gravedad de la brecha materna o restarle importancia y un aspecto normal de la supervivencia humana. Parte de la sanación consiste en reconocer la verdad de lo insoportable que realmente fue.
Aceptar el «fue realmente malo» forma parte del proceso de tomar conciencia de nuestro sufrimiento para vivir más en la realidad.
Es el inicio de la fisura de nuestra negación, de aceptar nuestra pena, de sentir compasión por la niña que fuimos y de adentrarnos en una visión del mundo más clara. Es importante recibir ayuda en este proceso.

Ejemplos de la Brecha Materna: Testimonios de Mujeres
A continuación, se presentan algunos ejemplos que ilustran la "brecha materna", un concepto que refleja las dificultades emocionales y psicológicas que muchas mujeres enfrentan en su rol como madres. Estas palabras provienen de mujeres que, en sus experiencias, revelan los desafíos internos que han vivido.
Karen
Tengo cincuenta y tres años, toda mi vida he estado enfadada con mi madre y la he menospreciado porque jamás me dio el apoyo y la atención emocional que necesitaba. Lo que más le importaba era tener buen aspecto para los demás. Recientemente, me he dado cuenta de que muchas de las cualidades que me gustan de mí proceden de ella: creatividad, generosidad, sociabilidad, preocupación (aunque no por mí), curiosidad, espíritu viajero, fan de la lectura y de la cultura, etc. Mi madre nunca fue capaz de apoyarme en todas mis ambiciones y planes, porque me he dado cuenta de que estaba celosa y tenía miedo de perder el control (soy una hija trofeo)< ( Los niños o niñas trofeo son los que los padres utilizan como una extensión de sí mismos, para realizar a través de ellos los sueños que no pudieron cumplir) y que ha tenido que ganarse el aprecio para su madre en mi familia paterna). Lo que siempre deseé de ella es que fuéramos aventureras, ambiciosas, valientes y poderosas juntas (incluso desde muy joven ya sentía esta ambiciosa energía de crecimiento y poder). Pero me defraudó por completo y a menudo me ridiculizaba. Así que me entristece pensar que jamás seremos las compañeras que quería que fuéramos. También me he dado cuenta de que su herida es mucho más profunda que la mía y me da rabia que jamás se haya interesado en cerrarla. Sentir y liberar todas esas emociones de la brecha materna ha sido muy fuerte. Antes de empezar este trabajo interior, mis emociones me habían estado saboteando de todas las maneras posibles y en todos mis planes y proyectos de negocio; me echaba atrás y sentía resentimiento, me quedaba paralizada y no podía empezar nada. Pero, ahora, esta semana, he recibido una propuesta comercial de una empresa para organizar retiros mensuales para mujeres. El modelo de negocio es estupendo y el contenido es justo lo que deseaba y para lo que me he estado preparando los últimos años. Dudo que se trate de una coincidencia; estoy tan entusiasmada y agradecida que casi lloro. No veo a mi madre muy a menudo, pero cada vez que le envío un correo o quedamos para comer (quizás tres veces al año) para contarle mis planes y mis proyectos lo hago con especial cuidado, es como una especie de entrenamiento personal para demostrarle quién soy realmente y la mujer en la que me he convertido. Ser capaz de hacer esto es maravilloso después de toda una vida escondiéndome, mintiendo y haciendo ver que tenía una vida normal con un horario de nueve a cinco (lo cual no era cierto).

Jennifer
Vengo de ver un espectáculo en directo en el teatro, con música muy animada, de las décadas de 1960 a 1980. Al final, los artistas animaron al público a ponerse en pie, a bailar y a cantar. Mi marido tiene un problema en la cadera y le duele, por eso no se levantó, y durante un rato, yo tampoco, mientras que todos los que estaban a mi alrededor se lo pasaban genial. Sin embargo, yo estaba triste; entonces, percibí claramente mi herida materna, me había rebajado por un sentido de lealtad erróneo al sufrimiento de otro. La lealtad al dolor de mi madre era mi forma de compensar su negligencia ante mi sufrimiento y que me considerara egoísta por tener mis necesidades. Así que me levanté y me puse a cantar, aunque no totalmente entregada, porque todavía estaba un poco triste. En ese momento, sentí que una pequeña parte de mi campo de energía estaba apegado a mi esposo y que me estaba frenando, me mantenía amarrada a su sufrimiento exactamente del mismo modo como lo hacía mi madre. Cualquier otra conducta, según ella, habría sido «egoísta». No sé cómo, pero conseguí librarme de esa soga y reforcé mis límites. Eso me produjo una gran alegría y pude disfrutar en cuerpo y alma de bailar y de cantar. De pronto, me di cuenta de que tenía pleno derecho a sentir mis propios sentimientos y a actuar de acuerdo con ellos, no con los de otra persona. La amenaza de que pudieran llamarme egoísta me ha perseguido toda la vida. De pronto, me di cuenta de la falsedad y la manipulación que encerraba esa actitud, pero no sentí resentimiento. Fue como un destello de libertad, gracias a que he estado procesando la soledad y la vergüenza que sentía de niña, cuando no recibía aprobación por mis sentimientos y necesidades individuales. Ahora, en lugar de avergonzarme de ellos como hacía antes, me siento segura siendo yo misma y siendo independiente. Cada vez que doy un paso así, me parece absolutamente alucinante.

Recibir ayuda es básico
En tu exploración de la brecha materna, ten paciencia y sé compasiva contigo misma. Es normal sentir emociones dolorosas cuando hacemos este trabajo y analizamos lo que hay detrás de los roles, las máscaras o los relatos que hemos utilizado para evitarlo. No te sorprendas si te enfadas o entristeces cuando examinas los patrones, acontecimientos, situaciones y emociones de tu infancia temprana.
Recibir ayuda es una parte fundamental del trabajo sobre el sufrimiento original. Lo ideal es recibirla de diversas fuentes. Entre ellas se incluyen:
Terapia individual de larga duración.
Terapia de grupo.
Arteterapia.
Grupos de ayuda mutua.
Talleres.
Relaciones afectuosas.
Trabajo corporal, masaje y trabajo energético.
Dedicar tiempo regularmente para estar a solas y reflexionar.
Hacer ejercicio, estiramientos y mover el cuerpo.
Descansar y dormir lo suficiente.

Preguntas para reflexionar
1. ¿Cuál es tu brecha materna (la brecha entre lo que necesitabas y lo que recibiste de tu madre)?
2. ¿Cómo has intentado llenar ese vacío hasta ahora? ¿Cuáles han sido las máscaras que has llevado o los roles que has interpretado inconscientemente para compensarlo?
3. ¿Qué acciones puedes realizar ahora para reparar la brecha materna desde tu interior?
Texto extraído del libro "Sanar la Herida Materna" de Bethany Webster
Este enfoque destaca la importancia de sanar las heridas maternas profundas y cómo las Constelaciones Familiares Holográficas pueden ser una herramienta poderosa para transformar esas dinámicas emocionales y familiares.
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