— LAS EMOCIONES DE LOS PADRES —
- patricia ciriaco hernandez
- 2 sept 2024
- 4 Min. de lectura
Las relaciones que tengan nuestros padres, antes, durante y después de la concepción, resultan claves en el desarrollo psico-emocional del niño y encierran posibles semillas de futuros problemas físicos. Cuando investigamos las historias familiares, «lo no dicho», los secretos o la «ropa sucia», encontramos respuestas a nuestras propias historias familiares. Es entonces cuando comprendemos por qué nos ocurren ciertas cosas y tenemos cierto tipo de relaciones.
No es lícito suponer que ninguna generación es capaz de ocultar a la que le sigue sus procesos anímicos de mayor sustantividad.
SIGMUND FREUD

Lo que encontramos más frecuentemente cuando investigamos las historias familiares ocultas son los abusos emocionales y los abandonos. Estos últimos, normalmente los realiza el padre. Cuando ocurren, la esposa muchas veces encuentra en el niño su soporte emocional. Aquí entramos en el terreno del abuso, pues al niño le queda grabado en su inconsciente el hecho de haber tenido que alimentar a su mamá.
Ya de adulto, se siente obligado a cuidar de su madre, aun a costa de su libertad emocional, de vivir su propia vida. Es una vida secuestrada emocionalmente.
Como dice el biólogo Bruce H. Lipton: «Nuestros padres no se dan cuenta de que lo que dicen y lo que hacen se graba de forma continua en la mente inconsciente de los niños».
El abuso emocional de los padres —fundamentalmente de la madre— es una verdadera calamidad ecológica, sobre todo por la invisibilidad con la que se produce. Una madre que abandona a sus hijos marca; una madre que ocupa con sus inquietudes todo el espacio emocional de sus hijos cuando menos crea confusión en sus hijos y los desequilibra emocionalmente.
Un padre que abandona a los suyos crea unas circunstancias destructivas en el seno de una familia que, por memoria atávica, debe cuidar y proteger. Un clan sin cabeza está en peligro. La madre tiene que asumir grandes retos, puede estar viviendo vacíos emocionales y sintiéndose sobrecargada de responsabilidad en el cuidado y la educación de sus hijos. Ella está haciendo lo que puede y lo que sabe. Además, ella también posee una memoria de su clan y muchas veces repite las historias de las madres de este.

Cuántas veces no habré visto esta situación en mi consulta: una mujer, ahora ya madre, que ha tenido a un padre alcohólico y a una madre que no ha podido o no ha sabido salir de esta situación. Estas mujeres se casan con un hombre que tiene el mismo problema, por no decir la misma información en su inconsciente. Estos hombres acostumbran a ser hijos de matrimonios en los que el padre ha estado ausente física o emocionalmente, y por tanto son hombres sobreprotegidos por sus madres, tal como explicaba antes, hombres emocionalmente inmaduros, hombres muy lábiles a la frustración.
También se da el caso de mujeres que han sufrido el desamparo de sus madres y que han proyectado en sus hijas el rechazo de ser mujer. Se han alimentado con los estados emocionales de sus madres, que vivían situaciones de infidelidades o de abusos o sentían asco con todo lo referente a la sexualidad y a los hombres. Esa información la heredan las hijas, que viven un rechazo inconsciente y buscan desesperadamente el «amor de mamá», que nunca encontrarán. Aquí nacen muchas adicciones emocionales, como veremos más adelante.
¿Qué hay detrás de una mujer sumisa?, nos preguntamos muchas veces. Se trata de una mujer que no lucha, que no se enfrenta a la adversidad, una persona desconectada de sí misma. ¿De dónde procede esta información? Siempre debemos investigar el ambiente emocional: no lo que pasó, sino lo que se vivió emocionalmente. En qué ambiente se desarrolló, qué ocurría con su padre y su madre, cuáles eran sus silencios, «lo no dicho», sus secretos ocultos.

Recuerdo el caso de una amiga mía que estaba a punto de casarse. Dudaba mucho si debía dar este paso y tomó conciencia de que no se quería casar. Como ocurre en numerosas ocasiones, siempre consultamos con la persona inapropiada, en este caso una amiga que le dijo: «¿Quién no se quiere casar, tu niña interior o la mujer?». Siempre encontramos a alguien que nos proyecta su sombra inconsciente. Mi amiga no se escuchó, se casó y a los pocos meses su marido le dijo: «Ahora voy a salir, no me preguntes dónde voy. Esto será así desde hoy». Pocos meses después, a mi amiga le diagnosticaron un cáncer de mama. El factor emocional, con una gran carga estresante, se correlaciona con las enfermedades, tal como nos lo enseña el doctor Boukaran en su libro El poder anticáncer de las emociones.
La enfermedad del cáncer es una lacra y, como ya se sabe, hay varios factores que pueden desencadenarla, tales como los genéticos o los epigenéticos, además de las cargas emocionales heredadas de ancestros que han vivido situaciones parecidas. Los estados emocionales pueden tener un gran impacto, un gran estrés que resuene en nuestra psique, y provocar grandes desórdenes físicos. Obviamente, esta enfermedad es multifactorial, pero cada vez más se está demostrando la importancia de las emociones y la necesidad de aprender a gestionarlas en situaciones de estrés.
El doctor Pere Gascón afirma que «el estrés emocional crónico puede poner en marcha el proceso que inicia un cáncer» (El Periódico, 18 de julio de 2017, en una entrevista de Àngels Gallardo). Nos habla de que las emociones y la forma de gestionarlas puede conducir a un estado de estrés crónico, de tal manera que se produce una inflamación en el organismo que pone en riesgo la salud del individuo.
Escuchar las emociones, saber prestarles atención, evitar eludirlas nos permite indagar qué hay detrás de ellas, nos permite liberarnos de traumas que hemos heredado de nuestros padres. Nos indican el camino para poder resolver el problema que proyectamos en nuestro día a día.

Texto extraído del libro "Emociones para la vida" de Enric Corbera
Terapia transformadora de Biodescodificacion
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