— EL SÍNDROME DEL EMPERADOR —
- patricia ciriaco hernandez
- 7 oct 2024
- 3 Min. de lectura
El síndrome del emperador está relacionado con el maltrato de los hijos a los padres.
El perfil del «pequeño tirano», en palabras de expertos, suele ser el de un varón de unos once a diecisiete años, hijo único y de clase media-alta. Suele tener un comportamiento agresivo (verbal o físico), y/o conductas desafiantes o provocadoras de ira hacia los padres y de violación de las normas y límites familiares. Asimismo, suele presentar un alto nivel de egocentrismo, junto con una baja tolerancia a la frustración, empatía y autoestima. Si bien es cierto que la ausencia de límites o un estilo educativo basado en atender todas sus peticiones son factores que pueden facilitar la aparición de este síndrome, es de vital importancia corregir la idea errónea de que la culpa es de los propios padres, pues, tal como vengo exponiendo, las informaciones heredadas de nuestros ancestros, a las que llamamos «resonancias», tarde o temprano se acaban manifestando en los nietos. Los padres vendrían a ser el interfaz, el paso de la información, pues el problema se manifiesta en la tercera generación.

He visto en mi consulta a padres que se quejan de la agresividad de su hijo y, al estudiar e investigar su árbol genealógico, vemos como hay hijos abandonados, con total carencia de cariño, encerrados en orfanatos. Esta información al final resuena en niños muy demandantes, cuyos padres no tienen los recursos necesarios para hacer frente a la situación.
Factores como son la sobreprotección, hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo, la ausencia de autoridad, la permisividad y, sobre todo, la falta de elementos afectivos, como la calidez en la relación con los hijos.
Algunas características de los niños con síndrome del emperador son:
• Tienen baja autoestima y baja tolerancia a la incomodidad.
• Se frustran fácilmente y lo expresan con gritos y rabietas, o incluso recurren a la violencia física.
• Discuten las normas y los castigos, son exigentes y carecen de empatía.
• Tienen gran dificultad en expresar remordimiento por sus conductas, pues las justifican a cada momento.
• Buscan constantemente la atención, y, cuando la reciben, piden más.
• Tienen gran dificultad en aceptar la autoridad.
Siempre propongo a los padres que indaguen acerca de las informaciones que han recibido, acepten y comprendan las experiencias que han vivido con sus padres y qué tipo de violencias han experimentado, tal como ya he indicado. Se trata también de que la pareja tome conciencia de que, muchas veces, cuando su hijo era pequeño, ellos vivieron desavenencias, pudiendo haber gritos o conductas poco adaptativas. No vale decir que el niño o la niña no se enteraba porque estaba durmiendo.

La información del inconsciente no es dual, siempre se guarda, tal como venimos repitiendo.
Ejemplo de una consulta
Un señor viene a mi consulta quejándose de que su mujer le desautoriza frente a su hijo.
Escenario de estrés
Su hijo de dieciocho años pide salir con sus amigos un fin de semana a la playa. La madre le dice a su marido: «Si le das permiso, me voy de casa».
Escenario de ambiente emocional
El ambiente en el que se ha educado este hijo es de padre ausente, pues trabajaba desde horas tempranas y llegaba tarde a casa para poder mantener a la familia; la mujer es muy sobreprotectora.
Escenario actual
Violencia del hijo con su madre, a la que grita y amenaza. El padre lo castiga por faltarle el respeto a su madre. El hijo se siente impotente y vive una injusticia. El carcelero —la madre— tiene la razón, y el hijo, con todas las hormonas bailando, se siente atrapado y tiene reacciones violentas.
Toma de conciencia
Mi consultante debe liberarse de la culpabilidad, evitar culpar o culpabilizarse. Tiene que comprender que, al estar él tan ausente, la madre proyectó sobre el hijo una sobreprotección, que es otro tipo de violencia. La madre no ve que su hijo se hace mayor. Tiene miedo de perderlo, y entonces amenaza. El hijo se rebela, algo propio de la edad e inscrito en nuestra naturaleza.
Reflexión
¿Quién le falta el respeto a quién? La dignidad es el amor y cariño que nos debemos a nosotros mismos. Hay que aprender a decir: «No, ya basta».
Texto específico extraído del libro "Emociones para la vida" de Enric Corbera

Para abordar el síndrome del emperador, es crucial establecer límites claros y consistentes desde una edad temprana, fomentando el respeto mutuo entre padres e hijos. Los padres deben evitar complacer constantemente todas las demandas del niño, enseñando la importancia de la frustración y la empatía.
También es útil buscar apoyo psicológico para ayudar a los jóvenes a manejar su agresividad y mejorar su autoestima. En un nivel más profundo, explorar las dinámicas familiares y las resonancias transgeneracionales mediante terapias como constelaciones familiares puede ayudar a sanar patrones heredados que influyen en este comportamiento.
Terapia Transformadora de Biodescodificación Transgeneracional
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