Lealtades Invisibles: Cómo los Secretos Familiares Afectan Nuestras Vidas"
- patricia ciriaco hernandez
- 23 jun 2024
- 8 Min. de lectura
Las dinámicas familiares pueden manifestarse de formas sorprendentes y a veces dolorosas. Consideremos algunos ejemplos:
Abuelas que fallecen en el parto, la nieta es estéril.
Abuelo que perdió todo su dinero, el nieto es tacaño y guarda su dinero.
Siempre obligados a vivir al extremo, nunca en un punto medio.
Se puede ser leal inconscientemente incluso sin conocer la historia ni a la persona.
Siempre hay un miembro que no encajaba, como un ladrón, delincuente, suicida, víctima de un accidente fatal, o involucrado en incestos, de los cuales no se habla nunca y que forman parte de los secretos familiares. Pero, inevitablemente, alguien resultará leal a ese familiar y será una copia viva, sin conocerle, idealizando su tragedia.
El término Lealtad Invisible se debe al fallecido psiquiatra húngaro Ivan Boszormeny-Nagy, quien, junto a Geraldine M. Spark, publicó el libro "Lealtades Invisibles", editado en castellano por la editorial Amorrortu y disponible en español.
El libro, profundo y algo confuso, pero imprescindible, es demasiado técnico para ser entendido con facilidad, por lo que es posible realizar un resumen o extracto.
Boszormeny-Nagy asegura que los trastornos, dolencias y problemas de las personas provienen de un desequilibrio en el dar y recibir dentro del sistema familiar. Estas lealtades son poderosas y cruciales para la propia supervivencia, funcionando como cuentas de justicia.
El sistema familiar tiende siempre a la justicia, independientemente de lo que sus miembros intenten o pretendan individualmente con sus vidas. Es esencial dar y recibir de manera equilibrada en aspectos como amor, posesiones, respeto y energía.
Si alguien da mucho y no recibe tanto, se genera una deuda.
Si alguien gana dinero o afecto a costa de otros, les debe.
Si alguien pierde algo, amor, dinero, posición o estatus, para que otros ganen, le deben.
Es una ley universal es una Ley del Cielo.
Si los padres intentan que sus hijos llenen sus carencias y vacío y les den amor sin darlo a su vez en la suficiente medida, generan una deuda en su contra.
Es contra natura que un padre o una madre pretendan el amor de sus hijos. No es el orden natural de los sistemas familiares, del mismo modo que un jardinero no puede pretender que sus plantas le rieguen y le cuiden a él.
El mayor es siempre el que nutre y cuida al pequeño; los padres cuidan y nutren a sus hijos. Si no lo hacen, incurren en deuda grave. Y si no recibieron de sus padres la debida nutrición para ser amorosos, mala suerte, pero sus hijos no están para darles eso que no tuvieron y que a ellos les faltó.

Otro tema relativo a las lealtades es que la vida del individuo no es tan importante en comparación con el sistema familiar, aunque creamos que sí. Nuestra vida individual importa menos que el bienestar del colectivo. Cuanto antes nos demos cuenta de esto, antes dejaremos de hacer daño y de hacernos daño a nosotros mismos.
Se puede vivir una vida individual e independiente muy saludable si estamos en armonía con el sistema en el que vivimos, pues pertenecemos a él.
Lo que una generación deja sin resolver, será la siguiente la que, inocente e inconscientemente, trate de resolver; así queda atrapada en temas o asuntos que en realidad no son su responsabilidad.
Existe una transmisión transgeneracional de los problemas familiares que a veces crean una cadena de destinos difíciles o trágicos. Los asuntos no resueltos de los sistemas familiares en generaciones anteriores y las injusticias cometidas dentro y fuera del sistema familiar pueden, inconscientemente, afectar la vida de las familias manifestándose en alguno o varios miembros del sistema. Esto se muestra en enfermedades inexplicables, depresiones, suicidios, relaciones conflictivas, trastornos físicos y psíquicos, dificultad para encontrar pareja, para prosperar, comportamientos conflictivos, etcétera.
Ejemplos de Lealtades:
Un hombre adúltero maltrata y humilla a su mujer, y alguien tendrá que pagar por ello. Posiblemente, un nieto o descendiente llevará una vida de infelicidad o sufrirá adulterios y humillaciones constantes de sus parejas, para compensar el maltrato que su ancestro infligió a la abuela y a otras mujeres.

Por ejemplo, cuando el abuelo ha sido infiel, suele ser un nieto quien paga por ello de distintas formas y modos, a veces incluso con su propia vida si el daño causado fue muy grande. Lo más común es que desarrolle una enfermedad crónica.
Cuando un miembro de la familia sacrifica sus intereses y posibilidades personales por otro o por el bien de la familia, se siente con derecho a ser retribuido por ese sacrificio y esperará que se le reconozca. Si esa deuda no es pagada por la generación que ha sido favorecida por este sacrificio, a menudo se requiere que la siguiente generación liquide la deuda de algún modo o si no la siguiente.
Dado que somos ignorantes, inconscientes y bastante egoístas, rara vez paga la deuda aquel que la contrajo. Rara vez el verdugo repara su acción directamente; siempre son las víctimas, otros, quienes reparan. Casi siempre es un descendiente, un sucesor, el que lleva la carga que el ancestro, en su inconsciencia y falta de amor por sus semejantes, no supo afrontar ni resolver para evitar que otro cargara con lo suyo. Pero las cuentas siempre se pagan, SIEMPRE.
Balanza de Justicia:
Por ejemplo, un niño nace como consecuencia de la muerte de otro. La madre se empeñó en quedarse embarazada y luego se arrepiente y aborta prematuramente de forma consciente o inconsciente. Pocos años después, tiene otro hijo (e incluso le pone el mismo nombre o uno parecido al que le hubiera puesto al hijo que no llegó a nacer).
Este segundo niño, que sí ha nacido, pagará por ello toda su vida, pues él vive gracias a la muerte de su hermano no nacido. Posiblemente sea muy leal, de forma inconsciente, a su hermano muerto y siempre sienta que le falta algo, que no está completo. Elementos como la melancolía, la tristeza o conductas autodestructivas le harán mucho daño, pues nota inconscientemente que no tiene derecho a la vida.
¿Qué derecho tengo yo a vivir si otro murió para que yo naciera?
Y si él no paga la deuda, sus descendientes lo harán.

Todas las mentiras y ocultaciones resurgirán para ser resueltas. Asesinatos, robos, faltas graves de respeto a nuestros semejantes, todo reaparece y alguien ha de resolverlo.
Otro ejemplo muy cercano sería cuando alguien hereda o recibe un gran legado debido a la muerte prematura e injusta, el alejamiento o la expulsión del sistema familiar de otro miembro del clan. Esa persona tiene que cargar con algo que ha recibido sin merecerlo, a costa de lo que le han quitado a otros. Y si no compensa esta deuda, sus descendientes tendrán que hacerlo en su lugar. Insisto en que todo tiene su precio, todo se compensa, y todo se equilibra dentro del sistema familiar.
De manera inconsciente, el sistema familiar tenderá a restaurar la justicia dentro del mismo, de tal modo que mucho de lo que nos pasa quizá no es nuestro, aunque sí que es nuestra responsabilidad resolverlo con el mayor amor posible, lo cual no siempre es fácil.
Lealtad Inconsciente y Paradójica
La lealtad hacia la familia de origen se fundamenta en leyes paradójicas. Lo que se percibe superficialmente no siempre revela lo que yace en lo profundo. Las apariencias pueden engañar, mostrando una realidad que no corresponde a la verdadera esencia.
Dos personas que parecen odiarse muchísimo, un padre y un hijo, por ejemplo, pueden, en el fondo, ser más leales el uno al otro de lo que la gente imagina.
Un miembro de la familia que es un delincuente puede ser el más fiel a la familia de todo el sistema.
El que es declarado loco quizá es el más honesto, auténtico y valiente de todos los miembros de su clan, el más lúcido, el que se da cuenta de las cosas. De hecho, es posible que enferme para intentar que los demás abran los ojos.
Un mártir, una mujer o un hombre muy sufrientes y sacrificados por los demás, pueden en realidad estar ejerciendo un gran control sobre el resto de los miembros de su familia, haciéndoles sentir culpables y no dejándoles libertad para liberarse de su influjo. A veces, las víctimas tienen mucho más poder en la familia que el mandón exigente y gritón que parece ser (solo lo parece) el que tiene el poder y control del clan.
Alguien constantemente enfermo que debe ser cuidado por los otros es alguien que busca que se hagan cargo de él, que le paguen algo que le deben a él o a un ancestro.
Dos personas que se odian en el seno familiar pueden en realidad estar siendo muy leales el uno al otro y defender la misma causa.
Pactos no Verbalizados:
Una mujer es infeliz debido a su lealtad a la infelicidad de su madre, enfadada con los varones, enfadada con la vida y con el modo en que esta la ha tratado.
Alguna de sus hijas, por amor inconsciente a ella, perpetuará en su vida esta infelicidad. Incluso aunque se lleve mal con su madre, tengan continuas peleas y dejen de hablarse mucho tiempo, la hija es leal a la infelicidad de su progenitora y, aunque conscientemente parece luchar por ser feliz y trata de abrirse camino en la vida, inconscientemente elige relaciones que, con el tiempo, no funcionarán. Practica conductas que a la larga la autodestruirán y solo la harán daño. Así se manifiesta su lealtad.
Porque, en el fondo, hay una gran lealtad, un gran amor ciego a aquellos que nos trajeron al mundo, incluso aunque les odiemos, no nos hablemos con ellos o nuestra relación sea distante o inexistente.
Creemos conocer las causas y las respuestas, pero no sabemos NADA. Nuestra mente consciente, y nuestro inmenso e inútil ego, cree conocer las respuestas a nuestros problemas, pero no tiene ni la menor idea, ni la más mínima idea de lo que está sucediendo en realidad por debajo de esas apariencias. Nada es lo que parece.
Se puede ser leal a un muerto y para ello ni siquiera hace falta haberle conocido o saber su nombre o algo sobre su vida. Y sin embargo, nuestra vida será, de manera inconsciente, un velatorio constante.
Se puede estar reparando un asesinato cometido hace tres generaciones del que nuestro consciente no sabe nada.
Podemos estar sufriendo el dolor en nuestro cuerpo que debería haber padecido el causante de causar dolores terribles en miembros de la familia o en otras personas hace varias generaciones.

¿Qué puedo hacer si intuyo o sé que tengo una lealtad familiar a un ancestro?
Para comenzar, nadie está exento de lealtades familiares, pactos no expresados y deberes kármicos por cumplir. Si crees que no te afecta o prefieres ignorarlo, estás dormido ante esta realidad.
Para poder desentrañar los nudos familiares es fundamental, IMPRESCINDIBLE, conocer el propio genograma familiar, el árbol genealógico, con el mayor lujo de detalles.
Es crucial conocer los nombres, fechas de nacimiento y muerte, así como los posibles secretos familiares ocultos, incluidos los abortos. Estos eventos pueden tener repercusiones significativas en nuestras vidas y en las de las generaciones futuras. Los abortos, en particular, son de gran importancia; una vida que no se desarrolló completamente siempre deja huellas en nosotros y en otros. Es necesario enfrentar estos temas con honestidad, permitiendo el duelo necesario y otorgándoles su lugar en nuestra historia familiar. No debemos permitir que la energía colapsada de estos eventos, que a menudo contiene rabia y tristeza por no haber sido reconocida, nos afecte negativamente a nosotros mismos ni a nuestros descendientes.
Es inútil ignorar estos problemas, porque todo aquello de lo que no nos hacemos responsables eventualmente será enfrentado por otros: nuestros descendientes, hijos, sobrinos y nietos. Nada queda fuera del orden del sistema familiar, que incluye principios de justicia y equilibrio.
Sin embargo, el mismo amor que causó daño, cuando se hace consciente, tiene el poder y la sabiduría para resolver. Las lealtades invisibles emergen durante las constelaciones familiares, donde se observan y honran a las personas excluidas, olvidadas, difamadas, no honradas, que cedieron su espacio a otros y sufrieron vidas particularmente difíciles.

Con amor y justicia, todo se resuelve. A través del perdón y el afecto, dando a cada uno su lugar y el respeto que merece, así como lo que le corresponde.
Asegúrate de no guardar rencor ni profunda pena, y no te canses de buscar, incluso si te ocultan información o no quieren dártela. Siempre llega el momento en que las piezas se acomodan de alguna manera.
Fuente: Libro Lealtades Invisibles.
Terapia transformadora de Constelaciones Familiares Holográficas
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